Alguna vez asalta en mi mente la intención de llegar al principio, o más bien, al final.
¿Cómo narices haré tanto caso a una cosa en concreto? Fácil, de pequeño lo hiciste, también lo harás ahora.
La verdad es que solemos idealizar los recuerdos que de pequeño nos marcan el camino a seguir, y yo los tengo en mi cabeza así:
Gente alta, ruido de bar y un televisor en el que distingo a mi Madrí y a unos de rayas azules y blancas, pregunto a mi padre contra quién jugamos y me dice que con el Dépor, ese partido me debió parecer infinito, siempre pense que jugamos contra los gallegos de forma indefinida, no sé el motivo, pero recuerdo ir siempre a los bares y jugar contra el Dépor.
Con más edad y mayor conciencia visité el Bernabéu, mi tío Luis, mi abuelo, mi padre y yo fuimos a ver un Real Madrid- Sevilla, 4-2 para los blancos, puede ser que el Madrí aún tuviese alguna grada de pie en el estadio, esa es mi impresión, pero prefiero dejarla así, desconocerla me parece más bonito, ese día se formo en mi cabeza la entrada de ríos de gente al campo, algo singular.
Último y definitivo, la emoción más triunfal e inquitante la sentí al entrar con mi padre al Bernabéu al ir a ver la Champions League, Real Madrid-Bayern de Múnich, 1-0, gol de Zizou de cabeza, el partido fue espectacular, no recordaba la última vez que había ido al estadio, pero lo mejor ocurrió al principio:
Tengo un maravilloso recuerdo, medio inventado o querido inventar o quizás totalmente cierto, no sé si es posible por la forma del estadio que viese lo que vi, pero en mi cabeza esos colores adquirieron tal grandiosidad y emoción que no importa inventarlos, sólo sentirlos.
Pasar los tornos, avanzar y por arte de magia vislumbrar el verde, era la primera vez que iba a tribuna, y la entrada sigue idealizada en mi cabeza, avanzar, ver el verde al fondo por el hueco de las escaleras, avanzar, el verde se tapa por la mole de muros interior, avanzar, el azúl lo invade todo, avanzar, subir unas escaleras para salir a la grada y que el impecable e inmaculado césped parezca el escenario perfecto sobre el que esa noche el Mago iba a dar su espectáculo. Y lo dio.